Hace tres semanas todo era energía, optimismo y apoyo. Colgábamos carteles en nuestra escalera ofreciéndonos a ayudar a nuestros vecinos de alto riesgo, organizábamos agendas con los niños para que fuera divertido, participábamos en las reuniones laborales con ganas, hacíamos planes con amigos a través de Zoom y salíamos al balcón a animar a sanitarios y, en el fondo, a toda nuestra sociedad.
Hoy, en cambio, todo es mala leche, pesimismo y quejas. Colgamos carteles en nuestra escalera amenazando al guarro de nuestro vecino, intentamos que los niños nos dejen en paz, llegamos a las reuniones laborales con ganas de matar, pasamos de quedar con nadie por Zoom y salimos al balcón o bien para amenazar a todo el que pase por la calle sin saber sus razones o bien para reivindicar una resistencia contra un gobierno al que tildamos, sin cortes ni tapujos, de asesinos. ¿Qué ha pasado?
Resiliencia, sí, pero con compañeros de viaje más y mejor (y digo esto porque este post lo he elaborado aprovechando las ideas del equipo de Improva, al que pertenezco).
Sin medias tintas, estamos en modo supervivencia. Todos, personas y organizaciones. Nadie imaginábamos este escenario, aunque ahora a todos nos sale el “Capitan A Posteriori” que llevamos dentro. No tocan reproches, toca remar. Mirar hacia atrás es perder el tiempo, avanzar es necesario.
Buscando abaratar la compra de caucho, Henry Ford pensó que sería una buena idea crear Fordlandia en Brasil y crear plantaciones de caucho. El caucho venía del este asiático y en aquellos tiempos eso era demasiado lejos. A Ford, un señor para el que la eficiencia era fundamental, le debía desesperar ver a los trabajadores andando por la selva en la búsqueda de los árboles de caucho que se encontraban dispersos y eran de difícil y costosa explotación.
La intuitiva y casi evidente idea de juntar los dispersos árboles entre sí para facilitar su explotación es lo que trajo la desgracia. Que los árboles estuviesen desconectados era los que les protegía los unos de los otros. Un parásito podía contagiar un árbol pero no todos. Cuando en Brasil se conectaron en una gran plantación, los parásitos pasaban de un árbol a otro con rapidez llevando al traste todos los esfuerzos por mantener la plantación en funcionamiento rentablemente. Finalmente el sueño de Fordlandia sucumbió.
Ante la situación actual de la presencia o posibilidad del COVID-19 en nuestra vida laboral, recomendamos a nuestros colaboradores, siempre que se pueda, el teletrabajo. Para aquellas personas que no lo han hecho nunca puede resultar muy atractivo o, por el contrario, puede resultar aterrador. En realidad es, simplemente, un nuevo reto.
¿Cómo tenemos que teletrabajar? A continuación, os cuento una serie de buenas prácticas para que esta opción de trabajo sea productiva.
Siguiendo la actuación del Ministerio de Sanidad, debemos construir un plan de acción diseñado para reducir y espaciar los impactos negativos, dejándolos por debajo de nuestro límite de gestión (pasando del escenario A al escenario B). Debemos, para ello, conocer el límite de gestión. ¿Con qué personal puede seguir funcionando la organización? Debemos definirlo para funcionar el mayor tiempo posible con el menor riesgo posible para todo el equipo.
Para prevenir contagios dentro de las instalaciones debemos dividir a nuestro equipo entre “personal que puede teletrabajar” y “personal que no puede teletrabajar” y establecer una serie de acciones específica para cada grupo. Para prevenir contagios fuera de nuestras instalaciones debemos poner en marcha acciones de información y concienciación. Por último, debemos establecer protocolos de acción para actuar ante un posible contagio.