El modelo de “Organizaciones horizontales” implantado por Improva convierte a los jefes en facilitadores y a los trabajadores en cerebros de obra.
En un estudio realizado conjuntamente entre Improva e IESE-INEO se analizó la actividad de los mandos intermedios de empresas de diferentes sectores. Más del 60% de su tiempo era dedicado a tareas de valor añadido bajo, como realizar papeleo, hacer trabajos manuales, desplazarse, etc. Además, el mando intermedio a menudo limitaba las posibles aportaciones a la organización que podían realizar los trabajadores y funcionaba como un embudo para las tareas que requerían cierta conexión con otras áreas.
A raíz de estos resultados desarrollamos nuestro modelo de “Organizaciones horizontales”. Generamos equipos autogestionados para cada proceso que son autónomos y polivalentes. Después, los mandos intermedios pasan a dar soporte al equipo. Estos pasan de ser directores a facilitadores del trabajo.
En cuanto a los equipos de trabajadores, comienzan a recibir directrices directas, solicitan información necesaria a las áreas oportunas, se autogestionan para lograr los objetivos y se convierten en “clientes” de las áreas de soporte. Se podría decir que pasan de estar en el fondo de la organización a estar en el centro de la organización. Dejan de ser mano de obra para ser cerebro de obra.
¿Cómo se logra esto? Bien, pues no es un proceso sencillo. Por un lado, los trabajadores deben aprender a asumir responsabilidades y ser sus propios jefes. Por otro lado, los jefes deben aprender a influir sin hacer uso de su poder formal. En cuanto a los directivos, deben abrirse a nuevas formas de trabajar y ver la organización desde un punto de vista diferente.
Y al final, la pregunta más importante de todas es ¿para qué? Las organizaciones que han implantado este sistema de trabajo, han logrado aumentar drásticamente su agilidad y velocidad a la hora de tomar decisiones y ejecutar acciones. También se ha visto incrementada su capacidad de aprender. A nivel interno, el aumento de la cohesión ha sido considerable, reduciéndose críticas, mejorando el apoyo a decisiones que se han tomado de forma consensuada y logrando mayor implicación de todo el personal. Por último, se han reducido los costes y las mermas al evitar duplicidades y agilizar todo el proceso.
¿Desventajas? No las hay. Solo para aquellos obsesionados con la cadena de mando, que verán su influencia reducida al crecer la implicación y los conocimientos de los miembros de su organización.
Efectivamente, se precisa coraje para tomar una decisión de este tipo. Hay que ser muy largo de miras para entender que aquello que nos parecen problemas a priori (los trabajadores sin jefes no trabajan, los trabajadores querrán cobrar más, los representantes no lo permitirán, etc.) están basados en simples prejuicios. Ahora, eso sí, para realizarlo con éxito no basta con hacerlo, es preciso seguir una metodología de análisis, planificación, implantación y control muy exhaustivo que garantice la implicación de toda la organización. En Improva somos especialistas en este tipo de transformaciones, y podemos dar el soporte necesario para que se convierta en una realidad. Puedes leer más sobre nuestra metodología aquí mismo.