Una empresa preocupada por sus problemas operativos internos decide realizar una importante inversión en la implantación de un nuevo ERP, ya que el actual, desactualizado y parcheado es objeto de continuas críticas por parte de los usuarios que ven como el día a día les supera continuamente. La organización logra mantener razonables niveles de servicio al cliente mediante un gran sobre esfuerzo personal.

El potencial cliente solicita apoyo a Improva para garantizar una buena comunicación entre los usuarios y la compañía de desarrollo y así evitar algunos de los problemas que habían tenido en la implantación de su anterior ERP: retrasos, personalización excesiva, sobre costes,... Tras entrevistarnos con la dirección comercial, de operaciones y sistemas de la compañía, nos damos cuenta de que, a pesar de la percepción general, la implantación del ERP solo resolverá de manera parcial los problemas. El ERP proporcionará una buena base para tener unos procesos más sólidos, pero no resolverá buena parte de los problemas organizativos, formativos y de gestión, que no se están abordando por culpa de la “excusa tecnológica”. Si la compañía centra todos sus esfuerzos en el ERP al cabo de dos años de proceso de cambio descubrirá que los avances conseguidos son muy inferiores a los esperados y deberá lanzar un nuevo proyecto de cambio que aborde el resto de problemas de fondo, con lo que el retorno de la inversión tecnológica se diferirá en el tiempo varios años más de los esperados.

Un análisis detallado permitirá identificar el impacto real directo derivado de la implantación tecnológica pero también permitirá identificar qué líneas de trabajo deberían discurrir en paralelo al proyecto de nuevo ERP para asegurar que finalizada la implantación los retornos económicos ya se han empezado a producir.

 

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