Sobre objetivos y unidades de medida.
Con Volkswagen ha saltado la polémica. De repente el mundo entero se ha dado cuenta de que los coches contaminan más allá de lo que las especificaciones indican ¡Vaya sorpresa! No pretendo liberar de culpa a Volkswagen, quien de hecho parece haber ido más allá que sus competidores en esto de que los números oculten la realidad.
Lo que ha pasado es muy sencillo, y pasa en TOOOOOODAS las organizaciones que conozco, absolutamente todas. Así que ver a todo el mundo rasgándose las vestiduras me parece un ejercicio de hipocresía colectiva deleznable. No digo que todas emitan CO2 y NO en exceso, sino que en todas se acaba convirtiendo el indicador utilizado para medir en el objetivo y eso es un gran fallo o una gran cagada, según se mire.
Me explico. A unos señores se les ocurrió que era importante reducir las emisiones contaminantes para evitar el cambio climático y quisieron trasladar ese objetivo a la industria del automóvil, pero claro, los objetivos tienen que ser SMART, acrónimo de: Specific, Measurable, Achievable, Relevant, Time-bounded. Pues resulta que eso es muy complicado con casi cualquier objetivo, especialmente lo de “Medible”.
A comienzos de 2014 la Unión Europea marcó un nuevo objetivo de reducción de las emisiones desde los 130g/Km hasta los 95g/Km en 2020. Es específico, conseguible, relevante y con un plazo definido, pero tan solo parece medible, en realidad no lo es.
No podemos poner el mismo objetivo para todos los vehículos.
En países más cálidos, con el aire acondicionado siempre a tope, los consumos y emisiones pueden cambiar.
¿Y esas emisiones a qué velocidad/revoluciones se producen?
En un país montañoso los consumos serán muy distintos a los que puedas tener en el estado de Illinois en el que el punto más elevado es la punta de la torre Sears.
En un país donde no hay límite de velocidad en algunas vías como Alemania será distinto a Islandia donde prácticamente en ninguna vía se puede pasar de 80Km/hora.
Etc.
Para ello se definen sistemas de medida de los consumos como el WLTP. EL WLTP pretende definir unos ensayos que se adapten bien a un promedio de estilos de conducción que se siguen a nivel mundial. Pero ya podemos imaginar que el sistema seguirá sin poder asegurar nada. Al final en los ensayos oficiales para homologar vehículos se seguirán unos patrones, los fabricantes harán vehículos adaptados a esos patrones y cuando esos vehículos salgan a la calle no contaminarán lo mismo que en laboratorio, sino más.
No necesariamente los fabricantes quieren engañarnos. Aunque el objetivo sea reducir las emisiones a nivel mundial, las autoridades europeas se ven obligadas a definir objetivos SMART, pero como han de ser simples siempre dejarán margen a la creatividad de los que quieren cumplir los objetivos sin dejar de emitir contaminantes. No es una cuestión de que los fabricantes sean unos eco-estafadores, es que el mundo es así, está lleno de personas autoengañándose.
Como Improsofía va de las empresas y no del mundo en general, veamos un ejemplo empresarial. Imaginemos que queremos reducir el coste financiero. Eso puede implicar que al director de Supply Chain le puedo poner como objetivo reducir los stocks, que no es exactamente el coste financiero pero se parece mucho ¿Y cómo medimos si vamos cumpliendo el objetivo? Lo ideal sería medir para cada artículo que compro el tiempo que pasa en el inventario y medir el coste financiero individual de haberlo tenido esos días. Pero eso es poco SMART porque no es medible por culpa del elevado coste que tiene realizar el control a ese nivel de detalle con cada tuerquecilla que compramos. Para simplificar, lo que medimos es el stock al final de mes en euros, pero tiene dos fallos que lo hacen imperfecto:
El primero tiene relación con el siempre complejo criterio de valoración del inventario, ya que no valoro cada objeto individual a su precio de coste sino a una especie de promedio que se puede calcular de diversidad de formas. Esto se hace para no introducir una desconcertante variación en la cuenta de resultados mensual derivada de las fluctuaciones de los precios de compra a lo largo del año.
El segundo es más grave. Al coger una imagen estática del inventario en una fecha dada me pierdo el detalle de todo lo que ha pasado a lo largo del mes. De hecho, en muchas organizaciones la facturación y las expediciones tienden a acumularse a finales de mes, por la presión de cumplir con los objetivos mensuales de facturación. Eso quiere decir que tendemos a medir el indicador de los niveles de stock en el momento en que estos son los más bajos a lo largo del mes. Es más, cuando hay directivos con éticas laxas junto con mecanismos de control de gestión poco sofisticados, no es de extrañar que haya facturaciones ficticias a finales de mes para manipular las cifras y que implican abonos justo pasado el cierre mensual.
El análisis anterior se puede hacer con prácticamente cualquier indicador. El hacerlo SMART los hace vulnerables y como detrás hay personas con objetivos y ambiciones pues pasa lo que pasa.
Cuando incorporo a un consultor nuevo a un análisis la tendencia natural es ponerse a hacer números en un despacho. Se solicita un volcado de datos al departamento de sistemas y a partir de ahí a trabajar cómodamente en el calor de una sala, pero eso sé que no funciona. Lo que verdaderamente funciona es bajar al terreno de juego y observar la realidad del día a día de la organización en marcha. ¿Quieres saber si los inventarios son los adecuados? Baja al almacén, cuenta unas cuantas piezas y pregúntate si deberían estar allí o podríamos no tenerlas y cómo.
Eso es lo que verdaderamente nos proporciona el conocimiento de la realidad. Eso es lo que hizo la empresa que desenmascaró el affair Volkswagen, pasar del sistema y verificar con sus propios ojos lo que estaba pasando.
Lo verdaderamente natural es que las personas adapten su actuación al sistema de medida, no al objetivo de fondo que hay detrás de él. Los objetivos SMART medidos con indicadores SMART nos dejan la conciencia tranquila, pero nos engañan a todos. Si queremos reducir las emisiones hay un sistema: poner medidores en tiempo real de las emisiones del vehículo y cuando se alcanza el límite… STOP.