En octubre de 2005, la OCDE publicó el Manual Oslo en el que se definían cuatro áreas principales de innovación:
La innovación de productos: nuevos productos y servicios, incluyendo las mejoras, los perfeccionamientos de las especificaciones técnicas de los componentes y materiales, el acceso al usuario y otras características de los productos y servicios existentes.
Innovación funcional, procesos de innovación: las mejoras de la producción y distribución que incluyen cambios significativos en técnicas, equipos o aplicaciones y programas de ordenador.
Innovación de mercados: nuevas formas de comercialización que implican cambios significativos en el diseño de productos o su presentación y promoción, así como la determinación del precio de los mismos.
La innovación organizativa: nuevos métodos organizativos en las prácticas de negocio, incluyendo la organización de los puestos de trabajo o el establecimiento de las relaciones empresariales.
El citado informe incluye también una exhaustiva definición de lo que es la innovación, sin embargo, conceptualmente, creo que la innovación es simplemente: El proceso de concreción de una idea o concepto, generado por la creatividad, en un producto o servicio que crea valor, tanto para los usuarios como para la empresa y sus empleados.
La creatividad es la capacidad de generar ideas novedosas o nuevas maneras de enfocar un tema. La innovación es la capacidad de conseguir que las ideas, generadas por la creatividad, se transformen en algo real.
La innovación es un hecho económico: cuando se produce la innovación, una idea se convierte en algo real, algo que se traduce inmediatamente en la generación de beneficios económicos. La constatación de la innovación es su novedad, su éxito en el mercado, no su contenido científico. Se trata de un proceso de creación de valor y satisfacción para los clientes. La innovación suele estar impulsada por el mercado (la demanda) y potenciada por la tecnología.
La tecnología y la innovación siempre se han relacionado, pero el papel de la tecnología no se considera crucial para la innovación. Tradicionalmente solo se puede contemplar cómo una tecnología favorece la innovación, a modo de ejemplo, recuérdese que el walkman, uno de los productos de Sony más exitoso de todos los tiempos, no incorporaba ninguna tecnología nueva, pues los reproductores de música y los receptores de radio hacía mucho tiempo que se habían inventado cuando el walkman apareció en el mercado en 1979. Eso sí, posteriormente fue incorporando las novedades tecnológicas, los nuevos formatos CD, mini-disco, y MP3.
En un entorno incierto y aceleradamente cambiante como el actual, el que nos está proporcionando este nuevo modelo socioeconómico que conocemos como Sociedad de la Información, la innovación es la manera más efectiva de implementar la famosa sentencia de Charles Darwin: "No es la especie más fuerte, ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que es más capaz de adaptarse a los cambios”. Innovar es adaptarse, o mejor aún, anticiparse, provocar el cambio, innovar es tomar la iniciativa, y si no tomas la iniciativa sólo puedes reaccionar a la iniciativa de los demás. El entorno actual es dinámico y los sistemas o se anticipan y adaptan o tienen que aumentar su complejidad. En este sentido, la vieja frase “si funciona no lo toques” se puede convertir en una trampa mortal: si funciona y el entorno está cambiando, como no innoves y te anticipes o adaptes, como no lo cambies, desaparecerás.
Esencialmente, la innovación es la creación de nuevos valores, valores que se crean a través de nuevas ideas, nuevos modelos de negocio, nuevos productos y servicios, o nuevas formas de emprendimiento social. La innovación comporta la asunción de las siguientes convicciones:
Es un proceso.
Debe existir la intención de llevarlo a cabo.
Debe implicar algo nuevo.
Se debe llegar a la realización y aplicación.
Debe representar un beneficio.
Por otra parte, y desde el punto de vista empresarial, la ausencia o renuncia a la innovación puede comportar:
El desarrollo de productos y servicios que no interesen a los clientes.
Un crecimiento limitado, sólo hasta alcanzar a los competidores.
Pérdida de competitividad.
Despersonalización y falta de diferenciación.
Lo mejor es enemigo de lo óptimo, en el entorno actual lo importante es ser diferente, único, y esto sólo se consigue con creatividad e innovación.
Actualmente casi todas las grandes organizaciones empresariales disponen del CINO (Chief INnovation Officer), un ejecutivo responsable de la gestión de los procesos de innovación, de reconocer el talento y las ideas innovadoras generadas por los empleados de la empresa, y de estudiar la evolución del entorno.
A nivel personal, la innovación es una actitud, una disciplina personal que hay que asumir con entusiasmo. En un entorno de cambio acelerado, todos podemos y debemos ser innovadores, no sólo para sobrevivir, sino también para proseguir en nuestra ocupación de una forma más agradable y menos rutinaria.
A nivel de organización y empresa, la creatividad y la innovación ya no son una opción. Las organizaciones que entiendan cómo gestionar la creatividad de su gente para conseguir resultados y estén dispuestas a innovar implementando estas nuevas ideas, serán las triunfadoras, las que no lo hagan, simplemente, se extinguirán.
Catedrático de la UPC - Profesor de Creatividad e Innovación