Dirección de empresas y conciliación familiar.
Llevo un día de locos. No sé ni por dónde empezar. A ver, dejadme que piense…
He llegado a la oficina, me he puesto al día con los emails y le he echado un ojo a un expediente que tengo sobre la mesa. Hoy tengo reunión con el Director de Fabricación para tratar un problema de disponibilidad del puente grúa. Se pasa más tiempo parado que en marcha y aún así me insisten en que necesitamos otro.
Vale, creo que no os estáis enterando de nada. Permitidme que vuelva a empezar.
Como cada día, el despertador ha sonado a las siete. Me he puesto en pie y he desayunado algo mientras mi marido se daba una ducha. Él entra a trabajar antes que yo, así que tiene preferencia. Por fin ha llegado mi turno. Nada mejor que una ducha relajante con buena música para tomar la mañana con ganas. Me gusta el rock ochentero, no lo puedo evitar.
Ya era buena hora para despertar a Gonzalo, mi hijo pequeño. Lo llamo y no hay respuesta. Lo vuelvo a llamar y nada. Entro a su habitación y está acurrucado con los ojos medio cerrados. “Mami, me encuentro mal. Hoy no voy al colegio”. Le toco la frente y no tiene fiebre. Salgo de su habitación extrañada. Gonzalo es de esos niños que cuando no tiene una fractura tiene otra, pero constipados, gripes o gastroenteritis nada de nada. En ese momento se me enciende la bombilla y me acuerdo: hoy tiene examen de flauta. Si algo lleva mal Gonzalo es el ridículo en público, y al chaval se le dan bien muchas cosas, pero desde luego la música no es una de ellas. En fin, para qué os voy a contar.
Entro en la habitación haciendo mención de lo oportuno que parece su estado de salud actual, a lo que directamente me dice que no quiere hacer el examen. Después de 40 minutos de una combinación de ánimos y discusiones, consigo montarlo al coche y lo dejo en el cole. Primer logro conseguido.
Perdonad mi grosería, ni siquiera me he presentado. Soy Sofía Primo, CEO de Comfresh y madre a tiempo completo. Sinceramente no sé cuál de las dos cosas es más complicada.
Ahora sí, llego a la oficina, me pongo al día con los emails y le echo un ojo a un expediente que tengo sobre la mesa. Hoy he concertado una reunión con el Director de Fabricación para tratar una serie de incidencias entre dos jefes de línea. Parece ser que el origen de las disputas es el uso del puente grúa y, según ellos, la solución es la compra de uno nuevo. Como os comentaba antes, con la de horas que está parado, dudo mucho que no se pueda solucionar el problema sin invertir más dinero. ¿Sabéis lo que más me frustra? Que según todos los manuales de management, estos problemas ni siquiera deberían llegar a mi mesa. El caso es que a mí me llegan, y no pocas veces.
Me pongo mi segundo café del día y mientras releo los informes entra mi secretario de golpe en la oficina. El susto ha sido justo y suficiente para que 5 gotas cayesen en todo el centro de mi camisa. Las palabras que me han salido en ese momento prefiero no escribirlas aquí, ¿nunca os ha pasado?
En dos horas tenía que ver al responsable de una marca para la que fabricamos para abordar un tema delicado: el encarecimiento de una de las materias primas nos está dificultando mantener el precio pactado. Llevo semanas intentando verlo y no hace más que darme largas. Por fin había conseguido una reunión y no podía ir con esos lamparones, así que me ha tocado atrasar la reunión con el Director de Fabricación para ir corriendo a casa.
En media hora estaba aquí de vuelta y el Director de Fabricación ya me estaba esperando. Me ha expuesto que la competencia continua de las dos líneas por el puente grúa nos está provocando parones en la producción. Su única propuesta es la inversión en más maquinaria. ¿En serio sólo yo veo que es una cuestión organizativa? Pues nada, esta semana que viene tendré que abordar el tema y ver qué solución le damos. A veces dudo de si los chiquillos los tengo en casa o aquí.
¿Lo peor de todo? Que llevo unas horas a la carrera para llegar a la reunión con el cliente y acabo de recibir un correo electrónico suyo: “Se me ha complicado la mañana, nos vemos el lunes”. Uf… ¿Sabes lo que es complicado? Tu cara. Eso es lo que me hubiese gustado decirle, pero no puedo.
En fin, respiremos hondo y aprovechemos lo que nos queda de día, que no es poco. No os molesto más por hoy, que también tendréis cosas que hacer.
Gracias por leerme. Nos vemos pronto.
[Sofía Primo es un personaje ficticio creado por Improsofía que busca exponer y mostrar las dificultades a las que se enfrenta cada directivo, al intentar compaginar su vida personal con los problemas e imprevistos que surgen en su ejercicio de gestión corporativa]