En nuestra cuarta sesión de La Clave del Café hemos podido hablar sobre tecnología y lo prioritario que está siendo en este momento para las empresas abordar su propia transformación hacia un modelo más tecnológico. Jordi Marín, Emma Fernández y Carles Puente (con la moderación de Jordi Asensio) han reflexionado sobre retos, barreras y próximos pasos para cualquier organización que no quiera quedarse atrás.
Jordi Marín trabaja como Advisor Digital para diferentes organizaciones. Destacan sus funciones para la división de Formación y Universidades del Grupo Planeta, su labor como asociado a la consultoría estratégica boutique Giraffe Strategy o su posición como partner en myHEALTH WATCHER. A lo largo de su carrera, ha trabajado para el sector público (ayuntamientos de Barcelona, Sabadell o Mataró) en proyectos como TecnoCampus o la TV pública del Maresme. En el sector privado han destacado la Dirección de Administraciones Públicas y Sanidad de Indra en Catalunya y Baleares, así como la Dirección del Centro de Excelencia Global de Smart Cities de Indra, y más recientemente la Dirección General de Microsoft en Cataluña. Además, es docente en ESADE, EADA, Zigurat y la UPF.
Emma Fernández es Consejera en diferentes compañías tecnológicas como Metrovacesa, Axway, EZENTIS, ASTI Mobile Robotics, AERTEC Solutions y otras. Durante 25 años trabajó activamente en la transformación y el crecimiento de Indra, especialmente desde un ámbito tecnológico, hasta llegar a ocupar la Vicepresidencia de la compañía. Es experta en estrategia e innovación, organización del talento y RSC. Además, es ponente y columnista sobre temas como tecnología, innovación, gestión del talento y liderazgo femenino.
Carles Puente i Baliarda es Cofundador y Vicepresidente de Innovación de Fractus Antennas. Es conocido por ser el inventor de las antenas fractales multibanda, la tecnología que permitió eliminar de los teléfonos móviles las clásicas antes periféricas. En 1995, él y su equipo lograron la primera antena fractal multibanda y, desde entonces, la tecnología se ha extendido a nivel global. Fractus posee actualmente mas de 150 patentes y solicitudes de patente en el sector de la tecnología de antena. Además, Carles es docente en la UPC, ESADE e ICFO.
Además, la sesión ha sido moderada y conducida por Jordi Asensio Fuste, Socio Director en Improva especializado en Tecnología para la Excelencia y Socio en Synapcor Technologies. Con su experiencia en tecnología en compañías como Indra o Soluziona, ha logrado generar un debate en el que la tecnología ha sido tratada como un medio para mejorar los resultados de las organizaciones.
Numerosas empresas tenían en marcha, o planificados, numerosos proyectos de transformación tecnológica. ¿Cómo ha afectado la situación actual a este tipo de proyectos?
Emma Fernández concreta que hay que diferenciar entre empresas generadoras de tecnología y empresas consumidoras de tecnología. Muchas de las empresas generadoras han dedicado esfuerzos a tratar de solventar, o al menos paliar, el problema que estamos viviendo (respiradores, robots de desinfección, etc). Por otro lado, otras empresas han aprovechado el bajón de actividad para revisar procesos e impulsar cambios que han considerado necesarios en el futuro. En el caso de las empresas consumidoras de tecnología, especialmente las enfocadas a B2B, han tenido que entrar en un proceso de digitalización de sus canales comerciales express con unos resultados muy dignos.
Jordi Marín señala que las empresas han tenido que afrontar tres retos: el teletrabajo (tanto a nivel de conexión como a nivel de gestión), la transformación de las redes comerciales y, por supuesto, toda la parte logística tanto de aprovisionamiento como de entrega a los clientes. Es lógico, entonces, que todos los proyectos que quedasen fuera de esos ámbitos se hayan visto un poco aplazados.
Carles Puente explica que las empresas productoras de tecnología no han visto, por lo general, mermada su actividad. Más bien incluso al contrario. Claro, el entorno cambiante e incierto obliga a dar nuevas respuestas a nuevos problemas y eso empuja a cualquiera a tender hacia la innovación. Además, actualmente hasta los más reacios pueden ver las ventajas que puede ofrecer la introducción de elementos tecnológicos en sus propios procesos, así que ¿quién puede resistirse?
Cuando hablamos de empresas innovadoras, probablemente estemos hablando de personas innovadoras. ¿Qué características marcan la esencia de este tipo de perfiles? ¿Y qué podríamos comentar sobre la menor presencia de mujeres en posiciones tecnológicas?
Los perfiles innovadores, cuenta Emma Fernández, son parecidos a los perfiles emprendedores, que buscan una manera diferente de hacer las cosas y con una cercanía enorme hacia el cliente. Uno de los elementos esenciales es el conocimiento del negocio y de la organización, ya que es desde esa perspectiva desde la que se puede innovar. Por otro lado, es de vital importancia tener conciencia sobre lo que implican las ciencias como las matemáticas y estadísticas. Por supuesto, la creatividad es relevante, pero esa sensibilidad científica permite dar un enfoque analítico y práctico a cualquier proceso innovador. Por último, quizá sea la formación continua la guinda de estos perfiles, con una actualización imparable de conocimientos y experiencias.
Es cierto que en tecnología la presencia de mujeres es menor, continúa Emma Fernández, pero es algo que parte de que la sociedad muestra un interés bajo hacia las ciencias y que se magnifica en el caso de las mujeres, pues manifiestan todavía menos interés en las tecnologías ya en edades muy tempranas. Es un tema sobre el que se puede hablar largo y tendido.
¿Cómo enfocan las universidades este cambio que parece necesario también a niveles educativos?
Carles Puente hace énfasis en que la clave de la innovación y la creatividad está en las personas. Debemos potenciar esas características desde pequeños, sí, pero ahora bien, las universidades deberían ser las organizaciones más innovadoras, y desgraciadamente no lo son. La organización misma de las universidades es antigua y, a veces, nos convertimos en guardianes de las esencias más que en impulsores del cambio. Quizá permeabilizar los currículos y formar perfiles cada vez más transversales y multidisciplinares sea la vía para potenciar esas características tan interesantes.
Jordi Marín ahonda en que la transversalidad de los perfiles ya es algo que demandan enormemente las empresas con modelos organizativos más avanzados. Las universidades a día de hoy no dan respuesta a esas necesidades y deben encontrar la manera de hacerlo. Efectivamente, la formación continua es lo que potencia esos perfiles multidisciplinares, pero suele tener lugar ya fuera de las universidades, en diferentes organizaciones, escuelas, etc. Las universidades deben reflexionar sobre por qué ocurre eso y qué rol quieren ocupar.
A menudo vemos la tecnología como un buen elemento competidor, pero también vemos cada vez más ejemplos en los que la tecnología es una fuente de colaboración al servicio de la sociedad. ¿Cuál es el rol de la tecnología para colaborar en vez de para competir?
Emma Fernández expone que esa componente de colaboración incumbe, y mucho, a las empresas medianas y pequeñas. Estas dependen mucho del talento externo, lógicamente, y deben establecer un ecosistema de organizaciones con intereses comunes que les permita realizar las inversiones, económicas y humanas, necesarias.
Jordi Marín recoge el testigo poniendo el foco en que estamos lejos de superar el reto del trabajo colaborativo, tanto a nivel personal como a nivel organizativo. Estamos viviendo verdaderas dificultades para continuar con nuestro día a día, entre otras cosas, porque se requiere más capacidad colaborativa que nunca. Lo mismo ocurre con las empresas, deben hacer un ejercicio de coordinación importante con organizaciones diferentes, y eso no es fácil. Además, para crear estas redes y ecosistemas, la transparencia es totalmente necesaria.
Obsesionarse con la competencia es un concepto muy poco innovador, señala Carles Puente. Es como conducir mirando siempre hacia los lados o por el retrovisor en vez de con la vista en el camino y en la meta. La innovación requiere colaboración, y más en un contexto en el que todas las tecnologías se interconectan e inciden a diferentes actores. Si ponemos el foco en la resolución de problemas de un cliente, es más fácil buscar soluciones comunes de una forma beneficiosa para todo el mundo. Las organizaciones dinámicas y flexibles lo pueden hacer perfectamente.
¿Qué os parece el hecho de que el 86% de las compañías (según datos de Cinco Días en octubre de 2019) no tengan un plan sólido de transformación digital?
Emma Fernández pregunta, ¿lo necesitan? Es un mito que hay que abordar un cambio total de la compañía. Si vamos así al final no hacemos nada. Debemos buscar los elementos digitales que tu empresa puede aplicar ahora con resultados.
Añade Jordi Marín que lo queremos hacer todo y perdemos el foco, la estrategia y el ADN de la compañía. Pensemos qué necesitamos primero.
En ese sentido, Carlos Puente apunta que no sólo afecta a grandes compañías, sino que, si no nos obsesionamos con grandes transformaciones inabarcables, será algo que vaya calando en restaurantes, pequeñas empresas, etc. para simplemente hacer cosas que antes no podíamos hacer.
Jordi Asensio añade, para aclarar por dónde podemos empezar, que lo primero es saber qué necesitamos: analizar, dimensionar y decidir.
¿Podemos estar en una fase de divergencia tecnológica absoluta fruto de una locura emprendedora? ¿Cómo puede afectar eso a las empresas?
Carles Puente apunta a que esa explosión es buena. Son los clientes quienes finalmente van a determinar qué soluciones van adelante y qué soluciones no.
Jordi Marín hace énfasis en la necesidad de apoyarse en expertos de confianza que se dediquen a conocer las soluciones que ofrece el mercado y a entender las necesidades concretas.
¿Cómo afecta la escasez de capacitación en tecnología e innovación de cara a estas transformaciones? ¿Es el cuello de botella?
Las compañías dicen que sí, indica Emma Fernández, pero en su opinión lo que marca la diferencia es el modelo organizativo de las compañías. Estamos hablando de uso eficiente de herramientas que llevamos utilizando, en muchos casos, 20 años. No es falta de capacidad, tampoco de formación básica, sino de formación interna y mentalidad organizativa.
¿Creéis que la transformación digital traerá consigo nuevas necesidades de liderazgo?
No solo por la tecnología, interviene Jordi Marín, sino por todos los cambios que estamos viviendo. Queremos innovación, colaboración, creatividad, empatía, etc. Todo eso es lo que define esa necesidad de nuevos liderazgos. La capacidad para generar consensos será clave.
Carles Puente aporta que los liderazgos clásicos dirigistas están dejando paso a modelos en red en los que todos los miembros de una organización asumen sus funciones y colaboran con el resto para lograr los objetivos corporativos. No es la tecnología, es la tendencia lógica de evolución de las organizaciones hacia estructuras más flexibles que no se ven limitadas por sus líderes.
¿Podrían asumir parte del liderazgo de transformación las asociaciones y centros tecnológicos coordinando a las pequeñas y medianas empresas?
Emma Fernández está completamente de acuerdo. Las asociaciones empresariales deben cambiar, claro, para hacer esa función de impulsores, coordinadores y, de alguna manera, avales de partners o ecosistemas de confianza.
Jordi Marín añade que, en un mundo donde la tecnología y la ciencia se vuelven clave para las empresas, los centros tecnológicos pueden experimentar un renacimiento en esa línea.
Además, Carles Puente llama a la reflexión sobre el conocimiento empresarial, pues a menudo atribuimos el conocimiento a las universidades y obviamos que otros tipos de organizaciones y las propias empresas acumulan mucho conocimiento.
¿Qué papel jugará la administración en esta nueva cultura tecnológica?
Emma Fernández dice que la administración, al menos, debe jugar el papel de comprador inteligente que adquiere productos para su propio beneficio. Incorporar la compra pública innovadora ya supone un gran acercamiento de la tecnología a la población.
Jordi Martín pone el foco en esa capacidad tractora que tiene la compra pública, pero además, podemos pedirle también que lidere la transformación. La administración puede actuar en educación, en transformación de universidades y de centros tecnológicos. Aún estamos lejos de lo que podemos pedir.
Carles Puente llama a la administración a impulsar su propia transformación, a trabajar en esa componente educativa y, además, a no entorpecer como a veces vemos que ocurre.
Para cerrar la sesión, Carles Puente pone el acento en que esta crisis, sin infravalorar si enorme impacto negativo ni menospreciar el dolor generado, nos ofrece la oportunidad de repensar y de actuar de manera diferente.
Jordi Marín afirma que la tecnología y la innovación son clave, pero que el sistema operativo son las personas, así que no olvidemos nunca esa componente de transformación humana.
Emma Fernández quiere terminar la sesión recordando que nada sucede de repente, que aunque tengamos la sensación de que todo es diferente ahora, vivimos en un proceso de transformación continuo y siempre tenemos que reflexionar sobre qué queremos aportar nosotros.
Os agradecemos a todos vuestra asistencia y os invitamos a seguir nuestras futuras sesiones. Si a cualquiera de vosotros se os ha quedado alguna pregunta en el aire, escribidnos con vuestras inquietudes y con gusto os responderemos. Además, aquellos que queráis ver el video completo de la sesión podéis solicitarlo enviándonos un email con vuestros datos a improva@improva-consulting.com. ¡Nos vemos en la próxima Clave del Café!