En la gestión de equipos tan importante es la selección y formación como el desarrollo del proyecto de una forma inclusiva que ayude a hacer a todos partícipes. Se trata de convertir los objetivos del proyecto en objetivos de todos.

 

Este es el tercer año en el que IMPROVA participa directamente en la organización de uno de los grandes eventos tecnológicos de referencia mundial que se celebra en Barcelona desde hace años. El impacto que este genera en la ciudad es de varios centenares de millones de euros, el nivel de exigencia es ingente, y durante los cuatro días que dura el evento tenemos todos los ojos del mundo observándonos. Como dicen algunos miembros del equipo, y es literal, “si algo sale mal salimos en los periódicos”. Personalmente, es mi segundo año al frente del proyecto de colaboración.

Durante el año, existe un pequeño equipo que gestiona los proyectos de mejora continua recogidos durante las sesiones de debrief que celebramos al final del evento. Sin embargo, este pequeño equipo crece de manera exponencial hasta un número considerable que supera la centena cuando se avecina la fecha de celebración. Uno de los retos que nos planteamos año tras año, entre muchos otros, es conseguir que los equipos trabajen cohesionados hacía un objetivo común, que no es otro que la satisfacción plena del exhibitor.

Este reto, me recuerda sobremanera a la tradicional problemática que igualmente se vive en el mundo de la edificación/ingeniería civil, dónde el número de proveedores subcontratados es muy alto y el grado de desbarajuste, descontrol y descoordinación es directamente proporcional.

¿Y cómo lo conseguimos? En primer lugar la selección del equipo es fundamental. IMPROVA se implica directamente en el proceso aportando un plus y comprobando en primera persona que los perfiles son los adecuados, tanto es así, que cada año descartamos candidatos que para nuestro nivel de excelencia no cumplen las expectativas esperadas.

En segundo término, supervisamos y lideramos las sesiones de formación aportando cada año nuevos contenidos que van mucho más allá del sentido puramente técnico, como por ejemplo, módulos sobre comportamientos y lecciones aprendidas, nociones básicas de modelos operativos en general y del modelo del evento en particular… todo ello para que podamos exigir el máximo al equipo desde el primer día.

Y por último, y puede parecer trivial pero no lo es, comunicamos. Comunicamos hasta la saciedad el objetivo último del evento y les hacemos partícipes del éxito de cada año y ensalzamos cómo su trabajo contribuye a ello, pues pocos directivos suelen hacerlo. Como dice mi querido profesor Ariño (IESE Business School), “aprendamos a decir no sólo lo malo, sino también lo bueno”.

Este, es uno de los aspectos de los cuales como consultor de IMPROVA me siento más orgulloso: la verticalidad de nuestro modelo de consultoría. Sabemos de lo que hablamos y conseguimos lo que conseguimos porque estamos ahí, y esto es muy apreciado por nuestros clientes. Pese a ejercer nuestra labor como directivos, no planeamos únicamente por las capas más altas, ni habitamos despechos estancos, sino que llegamos a conocer la realidad de la operativa de las organizaciones hasta tal punto que al acabar la jornada de trabajo podemos decir cosas como: “¡hasta mañana Ángel!”, “¡buen trabajo Moisés!”, “¡mañana tráete abrigo Patrick, que hará mucho frío!”… y algunos me preguntan ¿pero en realidad te conoces todos sus nombres? Pues sí, porque he estado con ellos.

Jordi Caner

 

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