Moverse por la zona de confort simplifica la vida, pero limita drásticamente nuestros incentivos.
Como en las teorías de sistemas, los humanos tendemos al equilibrio en nuestras vidas. Como individuos puede parecer que nos gustan los retos, pero en la práctica somos adictos a la estabilidad. Buscamos un trabajo estable, una relación estable, una vida estable. Buscamos construir lo que podríamos llamar una zona de confort.
Denominamos zona de confort a esos lugares, situaciones o estados en los que nos sentimos seguros, en los que sentimos que todo está bajo control (nuestra casa, nuestro coche, un fin de semana de vacaciones en un hotel, un paseo romántico con nuestra pareja, etc.). Por supuesto, lo que para unos forma parte de su zona de confort, para otros es tremendamente estresante.
En la zona de confort nuestra ansiedad baja. Ello nos permite relajarnos y operar en un estado que en psicología llaman de “ansiedad neutral”. Permanecer en este estado nos simplifica la vida, es cierto, pues nos permite desarrollar nuestra rutina sin sobresaltos ni riesgos, pero también limita drásticamente nuestros incentivos.
Hablamos de salir de nuestra zona de confort cuando forzamos esa faceta aventurera. Las ventajas de salir de la zona de confort van desde entrenar facetas como la creatividad o la confianza, hasta conocer nuevos territorios y personas. Sí, es menos cómodo, pero los beneficios potenciales son enormes.
Y quizá salir continuamente de nuestra zona de confort sea algo que nos define. Desde que Improva nació nos hemos marcado retos, hemos luchado por ellos, y una vez logrados, hemos ido a por más. Cuando dominábamos una tipología de cliente, fuimos a conocer nuevos sectores. Cuando aplicábamos a la perfección servicios de consultoría tradicionales, decidimos diseñar los nuestros propios. Cuando trabajábamos con herramientas de gestión colaborativa de la acción, optamos por crear la nuestra aumentando enormemente su alcance. Hasta nuestro actual cambio de oficina, desde Sant Cugat hasta Sant Just, supone una gran salida de zona de confort.
Si eres de los que aprovechan el cambio de año para definirse objetivos, te animamos a que uno de ellos sea salir radicalmente de tu zona de confort. Probablemente dará miedo, y será una experiencia estresante, pero el resultado, sea cual sea, te enriquecerá y aumentará tu sentimiento de satisfacción contigo mismo. Al fin y al cabo, los grandes éxitos suelen obtenerse cuando ponemos a prueba nuestros límites.