Siempre he odiado parte del discurso en todas las formaciones de eficiencia personal a las que he asistido. Lo pintan fácil, demasiado. Te hablan del eje de la importancia y el de la urgencia, clarísimo. Ahora, en cuanto empiezas a pensar en el concepto “importancia” descubres que todo es más complicado. Para empezar y sin necesidad de ir más allá, ¿lo que es importante para mí es lo que es importante para la compañía? Pues normalmente no, así que mal vamos. Cuando en mi empresa hacemos acompañamientos a mandos intermedios, “shadowings” para los más finos, dos preguntas son obligatorias:
- ¿Cuáles son tus prioridades?
- ¿Qué es lo que más te preocupa?
La Transformación Digital está aportando una cantidad ingente de propuestas e iniciativas para aplicar en la industria, pero casi ninguna cuenta con precedentes consolidados que demuestren su éxito. Y mucho menos en un ámbito donde todas las organizaciones adolecen de eficiencia y de soluciones: el proceso de toma de decisiones y gestión de la acción. Pues bien, en este proceso ya existe la oportunidad de transformar su organización para acercarse a la excelencia.
Hay diversos temas con los que todas las organizaciones se dan de frente pero en los que apenas se aprecian avances con el discurrir de los años. Todas las empresas se empeñan en mejorar, dan cursos de formación, definen reglas, contratan coaches, pero seguimos igual:
- Las reuniones: siguen siendo nefastas, improductivas, ineficientes.
- Los mandos intermedios: siguen siendo un cuello de botella en las cadenas de mando.
- Las barreras interdepartamentales: siguen allí y cada área, a pesar de los esfuerzos corporativos, tira por su lado.
Y si invertimos en todas ellas, ¿por qué no se avanza? Pues porque no se enfoca adecuadamente.
Cualquier proceso de transformación con el que se quiera generar impacto debe actuar sobre 4 palancas: los procesos, la gestión de los procesos, el modelo organizativo y las capacidades organizativas. Y por encima una quinta palanca que las apoya: la tecnología.
Las compañías que fallan a la hora de conseguir la máxima agilidad tienen problemas, al menos, en uno de esos cuatro frentes. No hay más.
Y deben serlo. Mi objetivo, por eso no es hablar de los directivos sino de porque las organizaciones son extremadamente torpes y lentas y en qué debemos enfocarnos para agilizarlas, pero primero quiero compartir con vosotros un determinado punto de vista, simple, pero que facilita sobremanera entender qué pasa en todas las empresas.
La función principal de cualquier directivo es generar y resolver problemas. Es una visión simplista pero bastante útil. Alguna me dirá “y tomar decisiones”. Ya, pero tomar decisiones no es más que una necesidad que surge de la existencia de un problema, elegir entre alternativas que resuelven una determinada situación.