Hace unos meses asistí a la entrega de unos premios nacionales a la excelencia. Previo a la publicación del vencedor, altos cargos de las tres compañías finalistas hicieron sus alegatos finales. Dos de los tres finalistas, de manera sorprendente e impactante, se jactaron de haber conseguido sus éxitos sin necesidad de “tener ninguna lumbrera en el equipo”. Escapa a mi comprensión la necesidad de hacer gala de que sin ser muy listo conseguimos cosas, aunque más bien me inclino por pensar que tienen mucha más gente inteligente de la que se piensan y ni siquiera lo saben. Quizá ellos mismos ignoren que son personas con altas capacidades intelectuales.
Yo es que con las modas del management me desespero. Ahora todo el mundo hace lean, Lean IT, Lean management, Lean services, Lean purchasing, Lean startups (esta la acabo de descubrir), Lean canvas, etc. Mucha estupidez lean en resumidas cuentas.
No digo que el lean no esté bien, pero lo primero que hay que saber antes de tirarse a la moda es si eso nos toca o no. No porque el gin tonic esté de moda y un buen copazo hace que la vida sepa mejor invito a mis hijos menores a tomar gin tonics. Tampoco porque los infumables gemeliers estén de moda mi esposa y yo los escuchamos a todas horas.
A lo largo de estos años de trabajo nos hemos enfrentado a todo tipo de proyectos. Los ha habido más sencillos y más difíciles. Los ha habido de impactos e implicaciones reducidas y también de envergaduras monstruosas. Hemos podido trabajar para todo tipo de sectores...
Cuando se inicia un nuevo proyecto, uno de los primeros objetivos es mantener una reunión de trabajo con la dirección de la empresa. Allí se abordan diferentes enfoques para intentar detectar y definir algunos de los posibles problemas y empezar a vislumbrar las que podrían ser sus soluciones. Normalmente se sale de dicha sesión con las siguientes conclusiones:
- Se identifican las dificultades para lograr la transversalidad necesaria para el proceso de dirección.
- Se observa que la dirección es reacia a cambiar y no se siente parte del problema.
- Nadie tiene claro el coste económico y de oportunidad de estar trabajando de una forma ineficiente.
He trabajado en los últimos años en diversos proyectos de cambio organizativo orientados a implicar a los trabajadores, reducir la necesidad de mandos intermedios y sustituir sus funciones por áreas de apoyo a equipos de trabajo autónomos. Con el tiempo vas tomando conciencia de hasta qué punto la dirección de las grandes empresas modernas es ineficiente:
- Cargadas de directivos que aportan poco valor, agotados y metiendo más horas que un reloj y empeñadas en que…
- Los trabajadores aportan mucho menos de lo que pueden aportar, que es mucho más de lo que se piensan los top.