Almirall, una farmacéutica líder cuyos objetivos están centrados en la investigación para la mejora de la calidad de vida de las personas, es todo un referente en cuanto a su modelo organizativo. Carles Blanquer nos cuenta cómo fue su proceso de transformación desde la perspectiva del Director General Industrial.
No me hables de transformación digital, háblame de agilidad.
Como decía Jason Bloomberg en un artículo publicado en Forbes, “The vast majority of people claimed they're undergoing Digital Transformation, even though most don’t know what it is”.
Y lo he podido verificar en los últimos dos años. Tras hablar con cientos de directivos, he verificado que en la agenda de todos está la transformación digital, pero lo que significa transformación digital es diferente para cada uno de ellos. Para unos implantar SAP es transformación digital, para otros poner en marcha un SCADA para captar datos en planta está en la órbita del internet de las cosas, y para otros, que el cliente pueda configurar su producto mediante una aplicación on-line también lo es. Cuando hace 20 años ya había compañías en sectores no punteros con todo lo anterior implantado, deberíamos sospechar que lo que entendemos por transformación digital quizás sea otra cosa.
Las oficinas se crearon para ayudar a las personas a colaborar entre sí. Sin embargo, la gran mayoría falla en el intento. Algunos de los obstáculos son de procedimiento: las reuniones se alargan demasiado, todo el mundo habla a la vez, la agenda no está bien coordinada, no hay suficientes pizarras blancas, o las ventanas o espacios de descanso están desproporcionados con malicia. Sin embargo, son muchos más los problemas de naturaleza psicológica. Las personas no están colaborando porque hay demasiado defensiva, rivalidad irracional, ganas de complacer a la gente, negatividad, fanfarroneo, exceso de control de conducta, maniobras secretas, hostilidad, no-escucha, etc.
Hace poco leía en el blog de un profesor de una escuela de negocios la siguiente frase:
“Quienes triunfan en la vida no son las grandes lumbreras que tienen momentos puntuales de gran genialidad, sino las personas normales que se esfuerzan y trabajan constantemente día tras día”
Yendo al grano, la frase no me gusta.
En la gestión de equipos tan importante es la selección y formación como el desarrollo del proyecto de una forma inclusiva que ayude a hacer a todos partícipes. Se trata de convertir los objetivos del proyecto en objetivos de todos.
Este es el tercer año en el que IMPROVA participa directamente en la organización de uno de los grandes eventos tecnológicos de referencia mundial que se celebra en Barcelona desde hace años. El impacto que este genera en la ciudad es de varios centenares de millones de euros, el nivel de exigencia es ingente, y durante los cuatro días que dura el evento tenemos todos los ojos del mundo observándonos. Como dicen algunos miembros del equipo, y es literal, “si algo sale mal salimos en los periódicos”. Personalmente, es mi segundo año al frente del proyecto de colaboración.