En los últimos años ha habido una democratización de una serie de tecnologías que nos dan la oportunidad de mejorar, pero ¿mejorar qué? Muchas son las empresas que empiezan a digitalizar procesos y no acaban de aumentar ventas, o mejorar el margen, o adaptar sus productos a las necesidades de los clientes. ¿Qué hacemos mal?
El principal reto de la mejora empresarial mediante la digitalización es que en ella intervienen muchos actores y todos hablan idiomas diferentes. El implementador (o informático) no conoce las necesidades del negocio, el directivo no conoce las posibilidades de la tecnología, el estadístico no sabe de integración o de arquitectura, los que recopilan datos no saben de estadística, etc. Son dos mundos que chocan y para sacarle todo el jugo posible a la tecnología tenemos que unirlos. Para ello se recurre lo que se llama comúnmente como “el orquestador”. Para que la digitalización sea un éxito necesitamos tener claro qué queremos obtener de ella y como lo implementamos.
Todas las empresas se enfrentan, con mayor o menor frecuencia a “crisis” imprevistas. Situaciones no deseadas que sobrevienen en el día a día de actividad empresarial. Y, lógicamente, salen adelante o desaparecen en el intento.
Las empresas pueden ser mas o menos eficaces en la gestión de estas crisis. Ponen en el “asador” sus mejores y más versátiles recursos con objeto de minimizar los efectos. Están las excelentes, que no por serlo dejan de dar patinazos, y están las mas humildes que hacen lo que pueden para sacar la cabeza del agua y respirar.
En nuestra cuarta sesión de La Clave del Café hemos podido hablar sobre tecnología y lo prioritario que está siendo en este momento para las empresas abordar su propia transformación hacia un modelo más tecnológico. Jordi Marín, Emma Fernández y Carles Puente (con la moderación de Jordi Asensio) han reflexionado sobre retos, barreras y próximos pasos para cualquier organización que no quiera quedarse atrás.
Numerosas empresas tenían en marcha, o planificados, numerosos proyectos de transformación tecnológica. ¿Cómo ha afectado la situación actual a este tipo de proyectos?
Emma Fernández concreta que hay que diferenciar entre empresas generadoras de tecnología y empresas consumidoras de tecnología. Muchas de las empresas generadoras han dedicado esfuerzos a tratar de solventar, o al menos paliar, el problema que estamos viviendo (respiradores, robots de desinfección, etc). Por otro lado, otras empresas han aprovechado el bajón de actividad para revisar procesos e impulsar cambios que han considerado necesarios en el futuro. En el caso de las empresas consumidoras de tecnología, especialmente las enfocadas a B2B, han tenido que entrar en un proceso de digitalización de sus canales comerciales express con unos resultados muy dignos.
Ante las dificultades para la gestión que estamos experimentando, Synapcor, en colaboración con Improva, pone a disposición de todas las organizaciones su módulo de reuniones eficientes de manera totalmente gratuita. Logra reuniones ágiles, con acuerdos claros, acciones asignadas y los seguimientos posteriores necesarios. Nuestra manera de aportar nuestro granito de arena.
Curiosamente, desde que las tecnologías se desarrollan hasta que se implantan pueden pasar años. A veces necesitamos que sean las circunstancias las que nos empujen a dar ese paso. Un ejemplo claro lo tenemos en las videoconferencias con aplicación masiva y transversal. Sabemos que los costes de la actividad comercial y de gestión son elevados al tener que incurrir en reuniones presenciales una y otra vez, pero hemos necesitado que la circunstancia nos empuje para aceptar masivamente el cambio a las reuniones con telepresencia. Es curioso, ¿no os parece?
Muchos ya conoceréis el síndrome de la rana hervida. Éste asume que, si pones una rana en agua hirviendo, ésta saltará y se salvará. Pero si la pones en agua tibia y la calientas lentamente hasta el punto de ebullición, no percibirá el peligro y acabará muriendo.
La reflexión se atribuye al escritor y filósofo franco-suizo Olivier Clerc, de su libro "La rana que no sabía que estaba hervida... y otras lecciones de vida". Esta analogía se ha utilizado en numerosas situaciones tanto personales (autoayuda) como empresariales.